Elisa 

La Forma del Aire

Hay cuerpos que no bailan: respiran distinto.
La luz se posa en ellos como si ya los conociera,
como si hubiese estado esperando toda una vida
a que una espalda, un cuello, unas manos
decidieran narrar con precisión de ala
lo que las palabras no alcanzan.

Elisa no ejecuta pasos;
los convoca.
Cada gesto suyo es una palabra que todavía no existe.
Cada sombra, un paréntesis donde cabe el silencio exacto
que antecede a la belleza.

En equilibrio sobre la nada,
su figura se vuelve línea, flecha, pregunta.
Se estira, se rompe, se pliega,
se entrega a ese territorio donde el cuerpo deja de ser carne
y empieza a ser intención pura.

En el giro, su falda es niebla.
En la caída, un susurro.
En la pausa, viento detenido.

Este no es un baile.
Es una conversación íntima
entre la luz y la disciplina.
Una liturgia hecha de precisión y vulnerabilidad.
Una conquista silenciosa del espacio.

Elisa danza,
y el mundo alrededor se queda quieto
para no entorpecer su verdad.

error: ¡El contenido está protegido!