Elisa.

Envoltura de luz

El cuerpo se repliega, se estira, respira bajo la lluvia.
Cada gota es una herida que despierta la piel dormida.
En la oscuridad, la luz no revela —acaricia.
El agua cae como un pulso constante,
una memoria líquida que envuelve y deshace los límites.

Elisa no danza: se funde.
Entre el brillo del agua y el temblor del silencio,
su forma se convierte en materia pura,
en deseo de existir más allá de lo humano.

La lluvia no moja, purifica.
El rojo, como una cicatriz de fuego,
recuerda que incluso en la noche más densa
late el instinto de volver a empezar.

“Elisa” es una plegaria visual —una entrega al elemento,
una metamorfosis entre sombra, agua y carne.”

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